Opinión

La salud y la intervención del gobierno

Un país desarrollado en salud no es aquel que se cura bien sino que no se enferma. La prevención juega por ello un rol fundamental. Es obvio que es mejor prevenir que curar. En ambas actividades se gasta dinero. La prevención primaria, secundaria o terciaria siempre involucra cambios y adopción de nuevos estilos de vida más saludables, con la finalidad de evitar la enfermedad. Ocurrida la enfermeda, evitar las secuelas, y si ya existen secuelas, evitar que estas se agraven e insertar al paciente en la sociedad. La medicina curativa y la preventiva están profundamente entrelazadas. Existe un nivel de confusión en la población al creer que la prevención equivale sólo a la prevención primaria, vale decir, evitar las enfermedades. Mayor confusión agrega el Ministerio de Salud al confundir la prevención primaria con las actividades preventivo-promocionales.

Con esa visión, la política de salud del gobierno actual ha dividido la intervención del Estado en salud en 2 áreas: una, la actividad preventiva y promocional (atención de salud o sanitaria), como por ejemplo, vacunación, información, educación, comunicación en salud, etc., y dos, la actividad conocida como curativa y de rehabilitación (atención médica), como son las cirugías, tratamientos médicos y otros.

La primera será financiada íntegramente, y para la segunda no hay plata. Hay que señalar que desde la década pasada la atención de salud o sanitaria ha llegado a una cobertura del 95%, cifra extraordinaria. Sin embargo, la preocupación central de los gobiernos es la exclusión en la atención médica, que en el Perú bordea el 25% de la población (especialmente población de extrema pobreza), cifra realmente vergonzosa.

Por otro lado, el ministro de salud ha argumentado que invertir en prevención en detrimento de la curación genera ahorro. Este razonamiento es falso si incluimos en la relación la variable pobreza.

Veamos con un ejemplo: comprar un auto nuevo significa realizar más adelante el mantenimiento, según uso, tiempo, etc., que representa nuevos gastos. Pero si el comprador del auto nuevo no tiene el dinero suficiente, no realizará el mantenimiento hasta que el auto se paralice. Finalmente, con el auto en el garaje recién vera de dónde obtiene más dinero y el costo beneficio de tener un auto.

Pero con la salud, la cosa es más seria, pues no tiene esta última alternativa. El paciente está obligado a cargar con su propio cuerpo. No puede aplicar el costo beneficio de tener o no tener su propio cuerpo.

Los pobres no tienen dinero para realizar la prevención, que no se resume sólo a recibir información, educación y comunicación en salud, sino estilos de vida saludables, que lamentablemente significa conocimientos y poder adquisitivo. Por ejemplo, no sólo hay que saber qué comida es saludable, sino también cual es más cara.

Por otro lado, el propietario del auto dañado puede de alguna manera deshacerse de él, pero el paciente que tiene la salud mellada requiere una intervención inmediata. No tiene otra alternativa, necesita atención médica. En estas circunstancias se encuentra el 25% de la población peruana que se enferma y no tiene atención médica. El 75% restante recibe atención médica bajo la modalidad de Essalud, Ministerio de Salud, sanidades policiales y militares, seguros privados, clínicas privadas, etc.

La propuesta del Gobierno parece decir algo como esto: gastaremos en la prevención y promoción de la salud de los peruanos, pero cuando enfermen, les recordaremos que ya hemos gastado en ellos y, por lo tanto, ya cumplimos. Ahora, que paguen su propia atención médica porque el Estado no tiene plata.

En un país subdesarrollado es importante el subsidio de las atenciones médicas, sobre todo de las personas en pobreza y pobreza extrema. Está demostrado que los países pobres gastan más dinero en curación que en prevención. Y continuará así por muchos años más hasta que se disminuya y/o erradique la pobreza.

Finalmente, el Gobierno ha relacionado directamente la recaudación tributaria con la atención médica, al señalar que, en la medida en que se recaude más, se empezará a brindar poco a poco, según alcance, más atenciones médicas para los ciudadanos. Mientras tanto, el 25% de la población peruana más pobre seguirá excluida. Es la cruda realidad de la política del Gobierno.