Diario "La Primera" - Lima, 11 de agosto del 2005

Herberth Cuba García

La salud y el marketing político

El discurso presidencial, grandilocuente en logros macroeconómicos, evitó tocar el tema de la salud, pues es evidente su retroceso. La población percibe con mucha claridad el divorcio entre el discurso oficial y las necesidades en salud.

La promesa fácil, como por ejemplo, la píldora del día siguiente, con escándalo mediático incluido, para luego constatar que las postas y hospitales públicos están desabastecidos de anticonceptivos, no sólo de la famosa píldora del día siguiente, sino también de la clásica píldora, del condón y la inyección.

¿Por qué ese afán de prometer más si no pueden cumplir con las obligaciones ya contraídas? Hacer cola de madrugada, para una consulta, un tratamiento o un procedimiento, que nunca llega, debido a la escasez y a la carestía, es una afrenta al ciudadano, al pobre.

Esta necesidad ha sido percibida por los políticos, que han empezado una enorme campaña publicitaria en torno a la salud. Los hospitales de la solidaridad, de Castañeda Lossio, las boticas de a sol de Alan García, los chalahospitales de Kouri, e inclusive Lourdes Flores ha incursionado en un programa preventivo, etc.

De pronto todos los candidatos diseñan esquemas de marketing con la medicina como instrumento. Programan cirugías a niños en horarios nocturnos, que coincidan con los noticieros para su transmisión en vivo, con la finalidad de resaltar las calidades de sus programas de salud. 

Hay quejas de los vecinos por la contaminación ambiental, aglomeraciones, cambio de uso de las zonas residenciales en zonas comerciales para abrir estas improvisadas carpas, llamadas clínicas. Se viola la intimidad de los niños y pacientes, derecho humano fundamental, al presentarlos en los medios masivos de comunicación.

Hoy se percibe una serie de programas en salud que compiten dentro de la informalidad y la politización. Sin embargo, el Ministerio de Salud, que es el ente rector, que debe hacer cumplir las normas para el funcionamiento de los establecimientos de salud, no hace nada.

No está mal que los políticos entiendan por fin que la salud es importante no sólo para ganar votos sino también para contribuir al bien común. Sin embargo, es bueno que piensen que los pobres son seres humanos y como tal deben ser tratados. Los derechos humanos son patrimonio de todos.

El respeto a la vida, a la libertad, a la dignidad y a la intimidad es capital para brindar atención médica, en ambientes adecuados, con buenos equipos, insumos de calidad  y personal médico idóneo.

La ciudadanía espera que estos aspectos que felizmente ya se encuentran normados en nuestro país, no sean letra muerta y que los políticos asuman las correcciones necesarias y que el Ministerio de Salud haga cumplir las leyes y asuma el rol rector que le corresponde.