Expreso

5 de Julio de 1996

Salud: el medicamento

 Herberth Cuba García

Hemos asistido en días pasados a un debate, en los círculos profesionales y público en general, sobre política de medicamentos debido a un error en la elaboración de un fármaco por un laboratorio nacional. Por ello nos parece oportuno un análisis que permita aclarar conceptos y evitar impromptus que pongan en riesgo el desarrollo de la salud del país.

 Antes de explicar el impacto que generó la apertura farmacológica en el mercado de la salud, es necesario pasar revista al estado en que se encontraba el mercado de medicamentos antes de julio de 1992, para luego poder explicar el mercado actual, la accesibilidad, dispensación, distribución, producción y/o importación de los medicamentos, señalando los. aciertos y errores de la reforma del medicamento, y en ese marco apreciar el hecho en su justa dimensión.

 En la década del sesenta, dentro del debate sobre el rol del Estado en la economía, por ende, en la salud, se impulsaba la creación de un Estado fuerte, productor y empresario, acorde ton la concepción del "desarrollo hacia adentro". Este modelo, que incluso se debatió ampliamente durante el primer gobierno de Belaúnde, se plasmó durante el gobierno militar (1968-1980) en forma radical. Su resultado sería el servicio único estatal de salud.

A partir de éste, el Estado debería ser el único ejecutor y financista de la salud, incluyendo a los medicamentos. Lo que significaba importación de insumos, producción, comercialización, distribución, etc. Todo a cargo del Estado.

 El problema del medicamento cobra un gran auge político cuando se inician las estatizaciones de los laboratorios farmacéuticos, qué eran explicadas dentro de las dos corrientes el liderazgo de la concepción "desarrollísta hacia adentro": la que propugnaba un"desarrollo" con la modificación completa de la propiedad privada de los medios de producción de todas las esferas de la economía nacional, y la que propugnaba que el Estado debería mantener los sectores estratégicos de la economía bajo su propiedad.

 Como pedemos observar, lo que se discutía era la subsistencia de la industria privada nacional. El capital privado internacional estaba en ambos modelos completamente excluido. Este modelo era parte del servicio único de salud estatal.

 El modelo de estatizar toda la industria nacional quedó trunco, fe que inflingió un duro golpe al servicio único de salud estatal. Este modelo, sin más estatizaciones ni privatizaciones, mantuvo en la encrucijada, durante aproximadamente 20 años, la existencia misma del modelo sanitario el país.

 Finalmente, sé limitó el ingreso de capitales extranjeros a los sectores estratégicos de la economía nacional, siendo la salud considerada como tal. Sin embargo, el 97% de los principios y productos farmacológicos se tenía que importar, lo que generó inmediatamente una enorme burocracia estatal para dar trámite a dicha actividad.

 Es así como subrepticiamente se introducen en nuestra economía sanitaria y en el lenguaje cotidiana de los pacientes y usuarios escasez y la carestía. Sólo basta recordar que en un determinado momento de nuestra  historia, en 1998, los trámites recorrían el itinerario de Conamad (Comisión Nacional de Medicamentos, Alimentos y Drogas), el Ministerio de Economía, Ministerio de Industria, Instituto de Comercio Exterior, el Banco Central de Reserva y, por último, como si fuera poco, las agencias bancarias de crédito. Muchas veces, presumiblemente, dentro del itinerario burocrático, aparecieron aspectos reñidos con la legalidad que recargaban el costo y, a su vez, el precio que pagaba el usuario.

 Todo este itinerario tenía como función el control, en su doble connotación; por un lado, el control de precios y el subsidio del dólar MUC sanitario (Mercado Único de Cambio), que era el más subsidiado del mercado, y, por otro lado, el control sanitario estatal, al ser entendido como actividad estratégica del país. Controles que no pudieron evitar el famoso incidente de las bolsitas salvadoras (sales de rehidratación oral), que costó vidas de niños que las consumieron y que figura en los anales de los escándalos de la época.

 De este modo, en 1990, frente a la experiencia narrada, es que se inicia el desenlace de la reforma del medicamento entendida como su liberalización o "apertura farmacológica".

 Esta se traduce en la liberalización de los precios del mercado, la facilitación del registro para la importación de medicamentos, insumos y drogas de carácter terapéutico y la liberalización de la comercialización a nivel del mercado interno.


Imprimir está página