Expreso

4 de Agosto de 1994

Desarrollo social y salud

Herberth Cuba García

Este tema no necesariamente está ligado al Estado, puesto que salud y desarrollo constituyen tarea de todos. El desarrollo implica una mayor productividad, es decir, se consigue producir más en menor tiempo. Esto va aparejado al incremento de la eficiencia y rendimiento del trabajo.

 Sin embargo, el incremento de la productividad económica va ligado a la mayor diversificación de la producción. Es decir, se produce cada vez nuevos productos, sean éstos de consumo o medios de producción, inclusive, la creación y descubrimiento de nuevas formas de producir, métodos de trabajo, de organización, etc. cuya meta es la satisfacción de mayores y crecientes necesidades de la población.

 Aumentamos la productividad, mejoramos las posibilidades de satisfacción de las necesidades, vale decir, desarrollamos. Pero, ¿para qué? He aquí la gran controversia. La finalidad de desarrollo.

 El desarrollo involucra un aumento considerable del ingreso tanto social como per cápita. Traducido esto en términos de consumo, significa una mayor satisfacción de las necesidades de las personas en función de las prioridades inherentes a todo ser humano. Primero serán las ligadas a la subsistencia.

 ¿Qué es primordial: la salud o el desarrollo? Por un lado, la salud sería un componente importante para el desarrollo. Las grandes inversiones que se hacen en favor de la salud tienen altos niveles de rentabilidad. Lo cual se traduce en un alto contenido de innovaciones tecnológicas, crecimiento de la productividad, ingreso. etc.

Asimismo, la población hace enormes inversiones para obtener cada vez mayores servicios de salud, que involucren, no sólo evitar la incapacidad, sino que le prolonguen la vida, así como una adecuada promoción de salud. En otras palabras, la satisfacción creciente de las necesidades humanas en forma racional significa un mejoramiento de la salud.

 Estas respuestas dadas muy globalmente generan una serie de escenarios que llamaremos interpelaciones entre la salud y el desarrollo, las cuales tienen, sin embargo, una doble corrección:

1) Por un lado, podemos referirnos a la salud en forma lo más genérica posible, con lo que el desarrollo queda automáticamente involucrado dentro de la salud.

2) Podemos referirnos, por otra parte, a la salud en su aspecto más restringido: sólo como ausencia de enfermedades, lo que nos conduce a considerar a la salud como un componente del desarrollo. En tal sentido, la principal preocupación es encontrar los nexos entre salud y desarrollo con la finalidad de obtener rentabilidad económica.

El incremento del ingreso per cápita puede mejorar la salud o puede dañarla. Es decir, tiene un comportamiento ambivalente. Juega aquí rol importante el grado de responsabilidad del usuario, todo esto en función de los modelos de consumo benéficos o contrarios a la salud que posean.

SOBREVIVENCIA

Sin embargo, hay un nivel en el que el usuario no. tiene capacidad de elección y que corresponde al nivel de sobrevivencia, ya que el exiguo ingreso que percibe es usado específicamente para el consumo primario.

 Debajo del nivel de sobrevivencia, un incremento del ingreso nos conducirá a un mejoramiento de la salud. En efecto, hay una relación directa entre la mejora económica y el nivel de salud.

 Pero cuando los límites de sobrevivencia han sido sobrepasados, económicamente hablando, esta relación directa desaparece, al punto que por más que se incremente el ingreso económico los indicadores de la salud ya no mejoran. Para obtener resultados benéficos, es obligatorio actuar en otros componentes de la existencia social, como son el estilo de vida, el medio ambiente, la mentalidad sanitaria y la biología humana.

 El desarrollo integral se relaciona no sólo con el ingreso personal, sino también con el ingreso social,  afectando toda la existencia social; por lo tanto, conduce a una mejora inmediata de la salud ya que es prevención en si mismo. En cambio, el crecimiento económico no ligado a desarrollo integral genera una respuesta curativa frente a la salud.

 No estamos todavía en condiciones de saber cuál es el límite biológico de la edad de las personas o si este límite existe, pero, cuando nos referimos a los años de vida promedio de cada hombre, inmediatamente nos referimos al desarrollo económico de un pueblo. Pero cuando nos referimos a la prolongación de la esperanza promedio de vida del hombre con calidad de vida nos estamos refiriendo a un desarrollo integral.

De la misma manera, en una misma época histórica el concepto de «carga social» (ancianos, niños, incapacitados, pobres, etc.) es distinto en función de los sectores sociales y los tipos de sociedades. En ese sentido, un «niño carga» en una familia pudiente, por ejemplo, se convierte en un «instrumento de producción» en una familia pobre. Lo mismo se observa en las sociedades agrícolas y rurales, que todavía subsisten en el Tercer Mundo.

 Confirmamos de esta manera que, hasta este punto, las interpelaciones entre salud y desarrollo alcanzan niveles insospechables de complejidad que incluyen niveles altísimos de compromiso y ética social. (Continuará)


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