Expreso |
28 de Julio de 1994 |
Salud:
la reforma (I)
Herberth
Cuba García
El
análisis de la realidad señala que estamos en una época de profundos cambios,
de caídas de paradigmas y, sobre todo, de mayor participación de la ciencia en
el quehacer cotidiano de los hombres.
De
tal manera que estudiar las posibilidades que nos permitan transitar hacia
sociedades más equitativas e igualitarias parece ser un fin en sí mismo.
Dentro
de este contexto, es útil analizar no sólo el comportamiento de la ciencia,
sino su viabilidad social como tal. Es decir, es muy posible que teóricamente,
en el escritorio o en el laboratorio, las respuestas estén dadas y su aplicación
parezca sencilla. Sin embargo, eso no ocurre así en la realidad social.
Reza
un dicho popular que cuando de intereses se trata, hay gente que contradice
hasta las matemáticas más elementales. Este es el caso de la
salud.
En
tal sentido, la reestructuración mundial que marcha hacia la globalización
desarrolla una pugna de intereses que buscan organizar el nuevo orden
internacional. Dicha globalización puede ser interpretada interesadamente como
una uniformación o como sincronización que configura un concepto ajeno al
sentir universal. Pero, por otra parte, existe la tendencia normal hacia la
globalización del mundo, respetando la diversidad y el diacronismo como
expresiones naturales de los pueblos.
El
propio desarrollo tecnológico también presenta distorsiones que amenazan la
existencia humana. Por lo tanto, se hace necesario diseñar comportamientos
políticos que conduzcan a
obtener día a día formas de convivencia que prioricen al hombre como el centro
de la civilización.
Podemos
esquematizar, sin embargo, algunos conceptos necesarios para ser tomados en
cuenta dentro de la confrontación de ideas a las que asistimos y que deben ser
reajustados en función de las necesidades propias de nuestro país.
TENDENCIA
MUNDIAL
El
debate sobre la reforma de la salud no es una exquisitez teórica que se le
ocurre a un grupo de especialistas, sino que tiene que ver con un fenómeno
mundial. Basta analizar el ejemplo de China, el de Suecia (paraíso de los teóricos
del asistencialismo estatal, donde existe un profundo debate al respecto), el de
los Estados Unidos, con la reforma propuesta por el presidente Clinton, etc.
De
otro lado, el crecimiento económico de los países no necesariamente va de la
mano de los indicadores de salud. En algunos casos, se constata retrocesos, y en
otros las mejoras en salud no avanzan igual que los indicadores económicos.
Cabe sólo mencionar que algunos países de la región han obtenido crecimiento
en sus indicadores económicos; sin embargo, los indicadores de salud presentan
un alarmante deterioro.
El
debate de la salud en el Perú, por lo tanto, tiene que ver con tendencias
globales de la reestructuración económica y social en el mundo. Esto nos lleva
a plantear un modelo multifuncional de la salud, capaz de dar líneas
directrices para los investigadores en el tema, sobre todo a los actores
sociales de la salud del país.
Este
modelo tiene que ser entendido como una sistematización pedagógica cuya
finalidad no es aportar recetas, sino contribuir a ellas. Para conseguirlas, se
debe tener en cuenta la realidad cambiante del Perú, en la que cada componente
tiene su espacio y su preponderancia.
Este
modelo multifuncional abarca las diversas interrelaciones de la salud frente a
la sociedad, que describiremos sintéticamente:
a)
Desarrollo social y salud; b) Política macroeconómica del gobierno en
función del desarrollo y la salud; c) Diseño de políticas claras de
financiamiento de la salud en función de la realidad económica y las
necesidades prioritarias; d) Organización y gestión de los servicios y el
mercado de la salud; y e) Regulación adecuada del rendimiento de la actividad
sanitaria.
Todos estos tópicos son de indispensable comprensión para la ejecución de la reforma sanitaria en nuestro país. Es lo que haremos resumidamente en los artículos siguientes.
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