Expreso |
1 de Junio de 1994 |
Reforma y contrarreforma en salud (III)
Herberth
Cuba García
Como
ya hemos analizado en artículos precedentes, en la primera categoría de la
atención de salud se encuentra la práctica privada. La misma que, dentro del
contexto de la pugna ya señalada entre el servicio único estatal de salud y el
sistema de Salud, tuvo que crecer a la sombra del Estado y con gravísimos
recortes. La pretendida negación del mercado de la salud encontró en las clínicas
privadas un enorme impulso opositor.
Es
dentro de este contexto que, a partir del año 1968, la práctica privada había
de iniciar su desaparición lentamente debido al modelo económico que se
implementaba y, sobre todo, a su pequeñez. Dicho proceso significaba, además,
que el mercado de la salud debía ser poco a poco copado por el Estado.
En
otras palabras, dicha estrategia involucraba, por un lado, la implementación
del monopolio estatal en la atención de la salud y, por otro lado, un
progresivo aniquilamiento económico de las empresas privadas de la salud
aplicando, para tal fin, disposiciones legales que imposibilitan el juego del
mercado.
AUGE
DE LAS CLÍNICAS
Pero
el progresivo deterioro de los servicios del Ministerio de Salud, así como los
del IPSS, genera una mayor demanda hacia las clínicas privadas. Hecho pregnante
a lo largo de la década del 80 que -paradójicamente- implicaba finalmente que
se originasen inversiones en clínicas privadas en momentos de la más grande
crisis de la historia del Perú.
Es
así como se generó también en este acápite lo que fue común a toda la
economía nacional: la empresa privada tuvo que crecer como apéndice del
Estado.
En
otras palabras, dicha estrategia involucraba, por un lado, la implementación
del monopolio estatal en la atención de la salud y, por otro lado, un
progresivo aniquilamiento económico de las empresas privadas de la salud
aplicando, para tal fin, disposiciones legales que imposibilitan el juego del
mercado.
AUGE
DE LAS CLÍNICAS
Pero
el progresivo deterioro de los servicios del Ministerio de Salud, así como
los del IPSS, genera una mayor demanda hacia las clínicas privadas. Hecho
pregnante a lo largo de la década del 80 que -paradójicamente- implicaba finalmente
que se originasen inversiones en clínicas privadas en momentos de la más
grande crisis de la historia del Perú.
Es
así como se generó también en este acápite lo que fue común a toda la
economía nacional: la empresa privada tuvo que crecer como apéndice del Estado
para asegurar su sobrevivencia. De esta manera, se generó el más rentable
mercantilismo a favor de los empresarios de las clínicas privadas. El dólar
MUC los benefició, así como los jugosos contratos con las empresas estatales y
paraestatales, y los famosos convenios con el IPSS.
BENEFICIARIOS
DE LA CRISIS
En
tal sentido, las empresas privadas de la salud convirtieron en una adecuada
estrategia de mercado a las relaciones públicas, en lugar de utilizar el marketing
de la salud. En otras palabras, subsidios y contratos preferenciales en
lugar de eficiencia y rentabilidad.
Es
así como, a lo largo de la década del 80, tiene un vertiginoso crecimiento la
empresa privada en salud, especialmente producido por las bondades de la situación
de crisis en que vivía el Perú. Graneado en lo siguiente:
1.-
La situación de deterioro creciente de la atención por parte del Ministerio de
Salud y de la Seguridad Social
2.-
La exigencia de los trabajadores del sector privado y estatal por mantener sus
niveles de atención de la salud.
3.-
El mantenimiento por parte del IPSS del sistema de la libre elección y los
servicios contratados con las clínicas. Sólo recordemos que, en determinado
momento, hasta un 90% de los pacientes que atendían las clínicas privadas eran
del IPSS.
4.-
Mantenimiento de los subsidios indiscriminados a la salud: dólar MUC sanitario,
subsidios a las importaciones, exoneraciones tributarias, etc.
5.-
Estímulo a la baja calidad y excelencia profesional ya que, con adecuadas
relaciones públicas, conseguían alta rentabilidad.
6.-
Restricción al capital. Trabas a las compañías aseguradoras. Estatización de
la banca, etc. Hechos que frenaban e incluso impedían la implementación de la
intermediación financiera en salud.
7.-
Legalización de los famosos convenios de las empresas estatales y paraestatales
con las clínicas y seguros privados, con la consiguiente duplicación de
aportación tanto por parte del asegurador como del Estado.
8.-
Distorsión completa del mercado de la salud. Exoneración de todo tipo de
impuestos.
9.-
Generación de formas de atención directa al usuario por parte de los
establecimientos privados de salud con nulo o poco control. Ni financiero ni,
menos, técnicoético.
A
partir de 1990, la economía nacional rechaza todas las formas de populismo,
mercantilismo
y subsidio generalizado, aunado esto al ajuste estructural, hecho que
directamente impulsó a la racionalización del gasto, tanto en las empresas
privadas como públicas, incluido el IPSS. Por lo tanto, la demanda hacia clínicas
empieza un declive progresivo que genera la recesión del sector privado.
Esta
recesión que toma ribetes de aguda crisis, agravada además por su ineficiencia
gerencia!, se ve reforzada desde el Estado pues las administraciones sucesivas a
cargo del Ministerio de Salud han mantenido intacta la legislación que mantiene
el corset estatista que impide el libre juego del mercado de la salud.
Paradójicamente, todo esto coincide con la época en que se efectúan las más grandes inversiones del sector privado y que, debido a la incoherencia, margina al sector Salud, en momentos que más se necesita.
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