Expreso |
17 de Setiembre de 1996 |
Salud:
la ética y
el mercado
Herberth Cuba García
Existe
una seria polémica en el país sobre el mercado en los asuntos sociales y la
pobreza. El problema radica no sólo en incrementar el Presupuesto para
erradicar la pobreza, sino en la sustentabilidad de dichas inversiones, la misma
que se basa en un adecuado funcionamiento del mercado.
La
polémica se sintetiza en las siguientes afirmaciones: a) cuando existe pobreza
extrema, el mercado no funciona; b) hay que eliminar el mercado cuando
existe pobreza extrema; c) el funcionamiento del mercado sólo se da en países
con economía avanzada; d) para salir de la pobreza, el Estado debe eliminar
el mercado en los asuntos sociales; e) existiría alguna forma anómala de
funcionamiento del mercado, con fines netamente lucrativos —ya no de
intercambio—, de tal manera que por pretender eliminar lo lucrativo del
mercado debemos eliminar el mercado.
¿Se
puede eliminar el mercado? La respuesta es no. La aparente eliminación del
mercado por parte del Estado no es sino monopolio estatal. Es decir, un
mercado monopólico, con todas las deficiencias de los monopolios, como el
mercado negro, que es su correlato natural.
En
salud, podríamos hablar de un mercado de la salud curativa y de rehabilitación,
conocido como salud en tanto "bien privado", y otro mercado de la
prevención y promoción de la salud, también llamado mercado de salud como
"bien público". Ahora bien, puede decirse que el monopolio que se
genera en la salud como bien privado es artificial, mientras que el generado
en las actividades preventivo-promocionales es natural: nadie lo crea, existe
por el simple hecho de que nadie desea competir con el Estado en ese rubro,
porque no lo considera de su interés.
A
su vez, aun cuando ambos monopolios son dañinos, se puede distinguirlos por su
tratamiento.
En
la salud como bien privado, en primer lugar, tanto en la financiación como en
la oferta de los servicios, las posibilidades deben ser múltiples. Es decir,
que pueda darse la participación estatal, privada, cooperativa, asociativa,
filantrópica, etc. Esto genera una competencia por el ahorro y autoahorro en la
salud curativa y de rehabilitación. El interés privado de cada ciudadano por
su salud genera la diversidad de opciones, y se rompe el monopolio.
Sin
embargo, el hecho de que el funcionamiento de las actividades
preventivopromocionales Sea un monopolio natural no significa que la prestación
o provisión de estas actividades también deba serlo. Muy por el contrario,
ésta debe ser múltiple: privada, estatal, mixta, cooperativa, etc. El Estado
financia, licita, y cualquier proveedor ganador de la licitación la provee.
El
Estado debe, por lo tanto, dar normas claras de gobierno de la salud del país,
debe financiar la salud como bien público en su totalidad y debe regular él
mercado de la salud para que funcione sin distorsiones, evitando los monopolios
y los oligopolios. El subsidio a los sectores que por su extrema pobreza no
pueden entrar al mercado es una obligación irrenunciable del Estado. Debe
promoverse los seguros, solidarios, sean voluntarios o compulsivos, con la
finalidad de generar equidad y combatir la incertidumbre que acompaña a las
actividades de salud (nadie sabe cuándo se va a enfermar, por lo tanto es muy
difícil estar preparado).
Por
lo tanto, el mercado de la salud existe a pesar de que lo pretendamos negar.
Plantear que el Estado se haga cargo en forma absoluta de la salud, creando el
servicio único de salud estatal, no es sino crear un monopolio en el sector.
Argüir que la simple existencia del mercado crea falta de equidad,
solidaridad y universalidad significa no saber lo que es el mercado y, peor
aun, atribuirle fuerzas diabólicas, perversas, ajenas a la ética, cuyo
objetivo único es el lucro. Ideológicamente, ello desconoce que el mercado es
un proceso basado en una relación de intercambio. Es un proceso neutro; no
requiere de egoísmo, maldad, altruismo ni caridad para funcionar.
De
la misma manera, la maximalización de las utilidades es también éticamente
neutra, en vista de que las utilidades pueden ser usadas en forma humana, ética,
o también inhumana y egoístamente, lejos de la ética. El macado existe al
margen de la valoración ética que nosotros le demos. La moralidad radica en
la forma como se usen las utilidades producto del intercambio.
Lo
que existe en el Perú actualmente es un mercado de la salud completamente
distorsionado y desregulado, cuyo resultado es la exclusión de los
servicios de salud del 22% de la población y la inadecuada provisión de estos
servicios a un 50% de la misma.
Es
evidente que la gran mayoría de los médicos del país está en contra del
monopolio estatal de la salud. En su vida cotidiana combinan el ejercicio
estatal con el calvado. Aunque a algunos su ideologismo persistente les impida
ver lo obvio
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