Expreso

14 de Mayo de 1997

Salud: el monopolio de la prevención

 Herberth Cuba García

Al referirse a la reforma del sector Salud, todo el mundo hace hincapié en los monopolios, con la finalidad de introducir sistemas de competencia que los rompan. Sin embargo, para el caso específico de la prevención, es útil aclarar conceptos para entender la naturaleza del monopolio y aportar soluciones que contribuyan al proceso de modernización del país.

La actual conducción del Ministerio de Salud tiene pendiente el reto de romper el monopolio que éste tiene en la ejecución de los programas preventivos y promociónales. Se persiste en la equivocada idea de que, por el hecho de ser la salud preventiva y promocional un monopolio natural desde el punto de vista del financiamiento, también debe serlo desde el' punto de vista de la ejecución.

Esta falacia es tan grave, que podría compararse con aquella que plantearía que las carreteras, al ser un servicio público que el Estado está obligado a financiar, también deben ser construidas por él. Esto para felicidad nuestra, no ocurre así. El Estado pone el financiamiento y lícita a las empresas que las puedan construir y estas empresas compiten por el financiamiento. Es decir, a un mono­polio desde el punto de vista del financiamiento se le agrega una libre competencia en la ejecución del servicio.

La salud preventivo-promocional es monopolio natural puesto que nadie va a invertir en aquello en que no tiene un interés individual.

Un germen no tiene en cuenta quién paga o no por el servicio. Ataca por igual a los que pagan y a los que no lo hacen. El interés colectivo lo representa el Estado, generándose una obligación que él debe financiar, con lo que tenemos un monopolio naral.

Si separamos el monopolio del financiamiento de las actividades preventivo-promociónales del de las de prestación, entonces instauraremos la competencia entre los múltiples prestadores de estos servicios, hoy excluidos por decretó del mercado de la salud.

Veamos un ejemplo: el programa de tuberculosis que conduce el Ministerio de Salud es monopolio estatal. Nadie más que el Estado puede, ejecutarlo. El lo financia y él mismo lo provee. No cualquier profesional de la salud puede atender al paciente tuberculoso.; debe referirlo al establecimiento de salud del Estado, pues sólo allí el paciente goza del programa de financiamiento. Si el paciente desea atenderse con el profesional de su elección, pierde el subsidio estatal.

El Perú continúa con altas tasas de tuberculosis; no existe motivación y competencia por erradicar esta enfermedad. Los pacientes reciben el tratamiento de la manera que desea brindarlo la burocracia estatal; los trabajadores buscan maneras sutiles de evitarlos. ¡Qué diferente seria si el paciente fuera con su subsidio estatal bajo el brazo al profesional de su elección y éste ganase por atenderlo! Los intereses se intercambiarían (el de sanarse con el de curar) con recíproca ventaja. De igual manera ocurre con los demás programas preventivo-promociónales, incluyendo al tan mentado de planificación familiar.

Se desaprovecha de esta manera el enorme interés que existe por parte de los. médicos y asociaciones de poder incursionar privadamente en la actividad preventiva y promocional. De abofase el monopolio, se promovería el empleo, la competitividad y, sobre todo, se reduciría los índices de enfermedad del país.

Se incentivaría el incrementó de la demanda de especialidades "que" el país necesita, como la medicina general integral y/o médicos de familia, adecuando la formación de los recursos profesionales al mercado nacional. Se combatiría la producción de médicos curativos, en un país que mayoritariamente requiere la prevención, al gratificárseles con un puesto de trabajo bien remunerado y en forma independiente.

 Se introduciría un nuevo concepto de remuneración bajo el sistema de capitación, hoy desconocido en nuestro país. Bajo este sistema, al médico se le paga una suma negociada mensual porreada persona que elija libremente registrarse con él para obtener atención primaria, independientemente de que ella emplee o no el servicio. El médico no está autorizado a cobrarle nada en forma particular al paciente registrado en su lista. El pago por capitación genera un incentivo para que los médicos se distribuyan homogéneamente en función de la población y adopten un enfoque preventivo, al pensar en el dinero que ahorraran posteriormente.

 Es un sistema que intenta satisfacer y conformar a médicos y pacientes y permite estimular zonas de menores recursos con esquemas de capitación modificada mediante incentivos especiales. Por el contrario, su inexistencia conduce a que los profesionales de la salud no encuentren incentivos para trabajar en áreas del interior del país donde no llega la inversión estatal y menos la privada, pero donde el impacto económico y sanitario seria mayor.

El sistema se traduciría en una importante mejora de los de los indicadores sanitarios y una distribución más equitativa de los médicos y otros profesionales en el interior del país, donde más se les necesita.

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