Expreso |
10 de Octubre 1994 |
La
reforma de Salud (V)
Herberth
Cuba García
La
organización, la estructura y el funcionamiento de los servicios de salud
son consecuencia de los objetivos que se persigue
y de su financiamiento.
En
otras palabras, si la socialización del gasto de salud es la política
escogida, el corolario será la organización de un servicio único estatal de
salud. Si el financiamiento es mixto, estamos frente a una economía de mercado
en la organización sanitaria, que se expresará a través del sistema de
servicios de salud. Particularizando hasta los niveles locales, el
financiamiento obliga a formas de organización y administración especiales.
EL
LIBRE MERCADO
En
la salud, el libre mercado tiene serias limitaciones que lo convierten en sui
géneris. A diferencia de otros mercados, en los que los compradores y
vendedores intercambian buscando la mayor ganancia, en la salud eso no es
posible.
La
libre competencia requiere que el comprador tenga una adecuada información
acerca de los costos, precios, calidad y beneficios de lo que compra. En ella,
al mismo tiempo, el vendedor ofrece sus servicios dejando la elección a un
comprador adecuadamente informado. Pero en salud ocurre todo lo contrario: el
que paga (paciente) no decide y el que decide (médico o proveedor del servicio)
no paga: cobra el servicio.
Además,
el paciente tiene una escasa información sobre medicina y en las condiciones en
que es sumido por la propia enfermedad hace que no sea perfectamente consciente
de lo que ocurre con su salud. Es el médico el que induce un determinado
consumo o compra de un servicio, con lo que el médico asume su triple función:
de médico, informante y vendedor.
De
otro lado, nadie le pone precio a su salud. Cualquier persona pagaría todo su
dinero con tal de sanarse. Sin embargo, el servicio de salud tiene un costo que
sí es posible calcular y que nos sirve de punto de partida para las
correcciones del mercado de la salud. Caso contrario, el precio distorsiona por
completo el mercado, ya que el comprador no tiene la libertad de elegir.
En
el mercado de la salud intervienen tres sujetos que poseen sus propias características
y que deben ser sujetos de correcciones:
1. El usuario (paciente); 2. El pagador
o financista (intermediación financiera sanitaria: seguros públicos o
privados, diversas formas
de prepago, el subsidio estatal o privado filantrópico);
y, 3. El proveedor del servicio (profesionales de la salud, consultorios
privados, clínicas, hospitales, públicos o privados).
CORRECCIÓN
DEL LIBRE MERCADO
Las
correcciones tienen que cubrir mínimamente a aquellos sectores que no tienen
capacidad de atenderse. Nos referimos a aquello que genéricamente se conoce
como «carga social de las sociedades». Estas son: los ancianos, los niños,
los discapacitados, y finalmente los pobres. Es decir, los sectores que no
tienen recursos o no se valen por sí mismos.
Dentro
de estas estrategias están los subsidios, que pueden ser discriminados o
indiscriminados. Los indiscriminados tienen por finalidad favorecer a los más
pobres, pero como benefician a todos, terminan favoreciendo a los más ricos.
Los
subsidios discriminados, buscan que la ayuda llegue a los sectores menos
favorecidos.
La
condición para que existan paquetes y canastas sanitarios es que haya un
estudio de costos para daños fijos. Estos se basan en el criterio de
costo/efectividad. Es decir, cuánto es la máxima eficiencia que se consigue de
una determinada cantidad de dinero.
Conociendo
los costos base de canastas y paquetes, se puede negociar con los diversos
proveedores de servicios en función de las políticas de subsidios que se
aplique.
El problema de la reforma sanitaria, entonces, es la corrección del mercado de la salud. Pero, dadas las características del país, el subsidio cumple un papel importante. Este subsidio, que es obligación del Estado, comprende la atención de las cargas sociales y de la salud como bien público.
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