Arequipa al día |
10 de Junio de 1996 |
El
papel del Estado en la salud
Herbérth Cuba García(*)
En
los últimos días asistimos a una vigorosa campaña publicitaria de parte
del Ministerio de Salud dirigida a llamar la atención de la opinión pública
sobre la reforma de la salud. Dentro de este contexto, existe la tendencia a
considerar
que dentro de la reforma se halla una estrategia llamada Focalización del
Gasto Social Básico, que orienta, los recursos a las "zonas más
pobres'' antes que a los sectores pobres, motivo por el que se benefician tirios
y troyanos. Erróneamente, se considera que este programa es capaz de
convertirse en palanca importante y locomotora de la reforma.
El,
eje dé la reforma radica en el papel que debe cumplir el Estado frente a la
salud. ¿Debe ser el Estado proveedor de los servicios o debe ser el coordinador
y promotor de los servicios de salud?
La
reforma implica un radical del tipo
de gestión, es decir, que de un Estado ejecutor de servicios se debe pasar a ser fundamentalmente un coordinador de recursos y promotor de la
gestión social. En tal sentido, ya en 1990, se puso las bases de la reforma
en un documento ampliamente difundido y que, sucesivas administraciones,
incluida la actual, han desconocido en la práctica. (Plan Sectorial en Salud,
1990).
En
ese sentido, el programa de focalización, que es de financiamiento de salud básica,
es parte del programa nacional de apoyo social que implementa el Gobierno en
forma conjunta con los sectores de Educación, Justicia, Salud y Nutrición.
El Ministerio de Salud "se orienta a garantizar el acceso universal de
la población a un paquete básico de salud capaz de producir una" mejora
sustancial en su nivel de salud".
Debemos
aclarar qué significa salud básica para evitar que la generalidad del término
induzca a error.
Salud
básica es entendida como un paquete de servicios preventivo promocionales
de salud, que debe tener el criterio de cobertura universal, o dicho de otra
manera que beneficie a toda la población del país.
En
tal sentido, la salud es concebida como un bien público, es decir, de cuya
prestación se beneficia toda la población. Dicho de otra manera, es un bien
público como lo son las carreteras para el desarrollo del país. Vacunar un niño
significa no sólo proteger al niño, sino también al resto de la población
infantil, ya que el niño no se convertirá en un foco de propagación epidémica.
En tal sentido, la salud preventiva promocional juega un importante papel como
bien público, que el Estado debe asegurar.
Pero
de igual manera, como el Estado no necesariamente ejecuta las carreteras,
aunque sufraga los costos, asimismo, no es necesario que el Estado provea el
servicio de salud básica sino debe financiar el costo del servicio, en la
medida que es obligación ineludible del Estado financiar la salud básica.
Sin
embargo, cuando se trata de salud como bien privado, es decir a la salud
curativa y de rehabilitación, como por ejemplo, una apendicitis, debe haber
discriminación en los subsidios de modo que el pobre se beneficie, y quien
tenga recursos pague.
Retomando
el ejemplo anterior, ya no se trata de las carreteras y la vía pública, sino
del desarrollo dentro de cada casa particular. Cada propietario debe cuidar
su casa y a su vez esforzarse en financiar su propio desarrollo, además de
protegerla de contingencias. Lo mismo ocurre con la salud curativa y de
rehabilitación.
El Estado tiene la obligación dé brindar toda una difusión sobre lo dañino
del hábito de fumar, en forma masiva, pero al final de cuentas cada persona
debe decidir por sí misma, y si decide fumar, sabrá perfectamente que
enfermará de alguna enfermedad coronaria, pulmonar, etc. y por lo tanto, deberá
prepararse para afrontar los gastos económicos que su irresponsabilidad genera.
¿Tiene el Estado que pagar los gastos qué ocasionan los estilos de vida dañinos
para la salud, como por ejemplo, el fumar? Evidentemente que no.
Así
se abre una gama de posibilidades que generan responsabilidad en el usuario de
los servicios de salud, como el pago directo, el seguro, se
estimula el autoahorro para contingencias de salud, así como todas las
formas de prepago por servicios de salud, lo que lleva a un proceso de
capitalización y de ahorro interno que contribuye al desarrollo nacional.
Esto
significa que cada ciudadano contribuye particularmente al desarrollo de su
propia salud. Hay que remarcar el hecho de que en el Perú, según
declaraciones de las propias empresas
productoras de cerveza, sus ventas al por mayor ascendieron en 1993 a 560
millones de dólares, mientras que el gasto en medicinas fueron en el mismo
periodo de 260 millones de dólares. Ahora, si tomamos en cuenta que el gasto
en medicamentos representa aproximadamente un 40 por ciento, del gasto total
en salud, podremos apreciar del inmenso potencial de recursos de la población
que bien pueden ser canalizados en salud.
En
conclusión, la reforma del sector Salud espera una transformación que
signifique no sólo un diseño político capaz de mejorar los indicadores de
salud, sino, sobre todo, una inversión pública y/o privada que contribuya al
desarrollo del país.
("')
Autor de los libros: Salud en la Encrucijada y Salud Dentro de la Reforma,
una Nueva Propuesta.
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